La estrella cada vez más brillante del bailaor gaditano Eduardo Guerrero, convertido ya para muchos en primera figura del flamenco actual, deslumbra encima del escenario del teatro de los Jardines del Generalife con el estreno del espectáculo ‘Jondo, del primer llanto, del primer beso’, dispersando de un plumazo la oscura bruma surgida por el agrio proceso de adjudicación del ciclo Lorca y Granada, que cada verano irrumpe en la ciudad Granada.
Es gratificante comprobar cómo el ruido de los despachos se desvanece a medida que irrumpen, y de qué manera, los continuos destellos artísticos del espectáculo, estrenado el 19 de julio y que permanecerá en cartel hasta el 27 de agosto durante 30 funciones.
Guerrero da rienda suelta a su talento e inunda el inmenso escenario del Generalife con un ejercicio inspirador, que rebosa experiencia, oficio, técnica y amor por el arte flamenco. Pero ‘Jondo’ va mucho más allá, porque se trata de una arriesgada propuesta, muy contemporánea y muy flamenca a la vez, con Lorca siempre presente a través de su vida y sus personajes. La luz, planos diferentes, movimientos escénicos, danza y cante, vestuario, música, iluminación. Y la dramaturgia… Todo al servicio de un montaje que se divide en cinco cuadros de danza en los que se representan algunos de los personajes de la literatura del poeta de Fuente Vaqueros: Rosita, Don Perlimplín, Mariana, Adela y El Director de El Público.
‘Jondo’ cuenta con la dirección coreográfica de Eduardo Guerrero, la dirección artística del israelí Sharon Fridman y la dramaturgia de Triana Lorite, así como con la participación, en determinadas fechas, de Carmen Linares y Pasión Vega como artistas invitadas. En la dirección musical destaca la propuesta del guitarrista madrileño Pino Losada, que aparece en escena acompañado por el trombón de Jorge Moreno y la batería de Pablo García, así como las voces flamencas de Ana Salazar y Manu Soto. Y un cuerpo de baile compuesto por Mónica Prado, Clara checa, Elsa del Mar Ribas, Irene Flores, Lorena Romero, Nino González y Alejandro Fernández.
Hace ya algún tiempo que el gaditano atrae las miradas con una trayectoria que pronto lo colocará en lo más alto del escalafón flamenco. Y aquí da un paso más adelante. Eduardo Guerrero sugiere talento, sin duda, y aquí lo demuestra rodeándose del impulso creativo de Sharon Fridman, que compone algunos momentos soberbios, de excepcional belleza y trascendencia. La aportación del coreógrafo y bailarín nacido en Israel, con sus apuntes de danza contemporánea y folclore tradicional, enriquece la sugerente idea de Eduardo Guerrero. Como también lo hace a través del diseño del espacio escénico e iluminación, vinculados de forma tan sencilla como brillante con el apabullante entorno natural del Generalife.
Si importante es la participación de Sharon Fridman, qué decir de la dramaturgia que firma Triana Lorite, malagueña afincada en Madrid, que dota de una gran cohesión la arriesgada propuesta del espectáculo, con el amor y la justicia social como grandes temas centrales, y donde también aparecen el desamor, la lujuria, la muerte o las relaciones prohibidas. Lorca en esencia… Conviene destacar que el eje del ciclo de este año se ajusta a la conmemoración del primer centenario del Concurso de Cante Jondo de 1922. “La elección de los cinco personajes de esta pieza, no fue algo fortuito... Trabajando en la ponencia que Lorca ofreció para iniciar el Concurso, entendimos la profundidad de su compromiso con el Cante Jondo, para que no desapareciese, para elevar lo que él había escuchado desde pequeño llevándole a una densidad en la vida que es la que permite -más tarde- hacer poesía. Cinco personajes que se mueren sin ser amados, en un intenso volumen sentimental y sexual. Hombres y mujeres como anamnesis de materia inconclusa dentro de unos cuadros escénicos puros para un público, que también vive es- tos volúmenes en la privacidad de su butaca... Personajes y elementos siguen siendo tan particularmente posmodernos, donde Lorca sobrevive en ellos y al paso del tiempo”, explica la dramaturga Triana Lorite.
‘Jondo’ es una historia de amor… Cinco cuadros de danza para cinco personajes de la literatura de Lorca que comparten con el Cante Jondo la tragedia sin destinatario y los derrames de su música, que interviene en la pena con quien observa y escucha esta expresión social y racial de orígenes borrosos, revueltos entre una queja de desdichas seculares, como el amor...
Cinco personajes, amantes sin ser amados: Rosita, Don Perlimplín, Mariana, Adela y El Director. Todos con un punto frágil en común: el desamor en el Jondo como antídoto de una inexistencia, como una extraña religión humanista que venera a la humanidad y al arte porque expresa lo más profundo, el grito desgarrador que libera y pone en valor las relaciones humanas, alguien canta y otros escuchan. La danza y la música son como el escueto objeto de perspectiva que alivia el dolor que también pertenece a la vida.
Explica Eduardo Guerrero que seguramente Lorca uno de los primeros en comprender el Cante Jondo y lo que aporta al baile. A través de palos diferentes, como la milonga, la bulería, la seguirilla, petenera o tangos, Eduardo Guerrero parece encontrarse a sí mismo a través de la esencia y la pasión de Lorca. “Parece que este proyecto estaba hecho para mí… Era el momento de estar con Lorca y de que él estuviera conmigo. Es como si yo fuera sus pies y Lorca se sube al escenario”, explica el bailaor.
‘Jondo’ es un espectáculo que ofrece brillantes escenas e imágenes muy visuales… Un espectáculo cautivador y sugerente, que brilla precisamente porque no ofrece concesiones a la galería. Eduardo Guerrero firma una propuesta compleja y comprometida que termina por atraparte y removerte por dentro. Con un final apoteósico en forma de soleá por bulerías, que clava al espectador en la butaca hasta dejarlo sin aliento.